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Redescubriendo tu santuario interno como líder

Cuando la mayoría de las personas se miran a sí mismas, encuentran un torrente de perturbaciones. La mente está constantemente en movimiento, las emociones surgen sin cesar. En lugar de ser un espacio de paz y tranquilidad, el mundo interno está lleno de deseos, frustraciones, sufrimientos, condicionamientos, desilusiones, miedos y pensamientos obsesivos.

Existen sensaciones que, a menudo inconscientemente, tiñen nuestras actitudes diarias. Sentimientos de escasez, inadecuación, insuficiencia o autoimportancia dominan internamente a muchos, causando tensión y sufrimiento.

La tendencia es evitar mirar hacia adentro y buscar alivio en el exterior. Las vías de escape suelen ser comportamientos compulsivos que se convierten en adicciones, creando un problema adicional. En lugar de resolver el desequilibrio interno, estos comportamientos profundizan la angustia existencial.

Para alguien que no se conoce a sí mismo, es decir, que no fortalece su autoconsciencia, cualquier adversidad se convierte en una excusa para intensificar sus reacciones impulsivas y justificar su sufrimiento. Esto erosiona su equilibrio interno, su rendimiento y puede afectar negativamente su entorno.

En el mundo laboral, los líderes a menudo descargan sus tensiones internas a través de la impaciencia, la agresividad, el control excesivo, la búsqueda de culpables, el hablar sin parar, las discusiones frecuentes, etc. Responden de manera reactiva a los estímulos externos, con la fantasía de que si cambian lo que está sucediendo en el exterior, calmarán su tensión interna. El problema es que saltan de una respuesta reactiva a otra sin poder aliviar la presión y no se detienen a pensar en dónde está realmente su fuente.

Entonces, ¿cómo puede un líder descubrir y fortalecer su santuario interno? Para un líder, no se trata solo de autorregular su mundo interno para su propio equilibrio, sino también de aportar armonía a su entorno mientras responde a las demandas de productividad y excelencia.

Un líder puede lograr grandes resultados de productividad, pero si lo hace generando un alto nivel de estrés y tensión, puede estar ganando económicamente, pero el costo a nivel de salud física y psicoemocional, tanto para él como para su equipo, será muy alto. El éxito no es integral. Hay un desequilibrio que se reflejará en la pérdida de armonía y bienestar de las personas.

Para alguien con equilibrio interno, el éxito viene acompañado de felicidad y bienestar, no de estrés o ambición desmedida. El éxito es un logro integral que beneficia todas las áreas de la vida, no una fuente adicional de tensión y desequilibrio.

No se puede dar lo que no se tiene. Alguien que no tiene equilibrio interno no podrá ofrecer armonía; por el contrario, el ambiente a su alrededor estará cargado de tensión.

Descubrir el espacio de paz, quietud y silencio que subyace al caos interno no es tan complicado como parece, pero requiere desarrollar actitudes que a menudo son poco exploradas, pero afortunadamente están disponibles en el repertorio psicoemocional del ser humano.

6 recomendaciones para fortalecer el santuario interno:

1. Cultiva la autoconsciencia: Haz un esfuerzo consciente para notar tus acciones, sentimientos y pensamientos. Es crucial ser consciente de las salidas automáticas a la tensión interna. Al tomar conciencia de tu comportamiento, puedes tomar decisiones más informadas y evitar respuestas impulsivas y condicionadas. Esto tiene varios beneficios, como: a) Lo que antes era reactivo y automático se vuelve consciente, lo que ralentiza tu ritmo interno y te permite experimentar más quietud. b) Aumenta el disfrute de lo que estás haciendo. c) La mente se aquieta cuando actúas conscientemente. No puedes ser consciente de lo que estás haciendo y pensar compulsivamente al mismo tiempo.

2. Distingue los pensamientos compulsivos: Aprende a identificar los pensamientos compulsivos que alimentan el estrés y déjalos pasar. No les des importancia, no los alimentes. Los pensamientos compulsivos, aunque son los más comunes, son inútiles y son parte de la fuente de sufrimiento. Para fortalecer el santuario interno, es importante diferenciar los diálogos internos negativos, los pensamientos catastróficos sobre el futuro o los recuerdos perturbadores, que hacen del mundo interior un lugar difícil para estar, de los pensamientos funcionales que son necesarios para la vida y aportan valor.

3. Diferencia la realidad de las interpretaciones personales: La realidad es lo que es. La realidad no está en contra de nadie. Lo que sucede en la vida no sucede para hacer daño o beneficiar de manera selectiva. Lo que sucede es lo que sucede y todo lo demás son interpretaciones. Las interpretaciones de la realidad suelen estar sesgadas por las creencias personales limitantes. Las sensaciones de escasez, inadecuación, insuficiencia, autoimportancia y predestinación son interpretaciones que la mente hace de los hechos reales. Los hechos son reales, la interpretación no es real. Como dice la programación neurolingüística, “el mapa no es el territorio”. Hay un solo territorio y muchos mapas.

4. Deja que la vida fluya espontáneamente: No juzgues lo que sucede. La vida va a pasar como quiere pasar, te guste o no te guste. Muchas veces lo que genera caos interno y más dolor es resistirse a lo que es. Vive cada instante con su propia frescura, no lo manches con la virtualización de la mente o creyendo que pudo haber sido diferente. Es lo que es, así de simple.

5. No temas sentir: Las emociones son sensaciones. A veces son incómodas y otras veces son placenteras, pero no son ni buenas ni malas y sobre todo son pasajeras. Como llegan se van. Incluso son como oleadas. Unas más intensas que otras. Una vez que aprendes a enfrentarte a las emociones, comienzas a despertar una valentía que crece cada vez que eliges sentir la emoción sin pretender controlarla, rindiéndote, a pesar del miedo o del impulso de querer resolver afuera la tensión interna.

6. Practica el olvido: Muchas personas dicen que recordar es vivir, pero la mayoría de las veces recordar es sufrir. Muchos usan la capacidad de la mente de recordar para mantener el resentimiento o los deseos de venganza o los miedos, vivos. Olvidar también es una capacidad de la mente que hay que fortalecer para no caer en la tentación de rumiar los recuerdos. Practica olvidar aquellas cosas que te dolieron y quédate con el aprendizaje. No le des gasolina a los pensamientos que te hacen sentir resentido, humillado o con miedo, fortaleciendo el dolor y el sufrimiento.

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