Qué energía eliges contagiar Cómo liderarte a ti mismo a través de tu actitud diaria.

¿Qué energía eliges contagiar? Cómo liderarte a ti mismo a través de tu actitud diaria.

Caso inicial: María llega a su oficina un lunes por la mañana. Apenas cruza la puerta, mira con desaprobación a su colaborador y le lanza una crítica por un informe que “no estuvo a la altura”. De inmediato, suspira con frustración y, al sentarse, le lanza una queja a su compañera de al lado: “Siempre encuentro problemas, nunca hacen las cosas bien”. La jornada avanza y cada interacción con ella se vuelve tensa. Al final del día, siente rechazo hacia su entorno y hacia sí misma. Esa espiral descendente se ha vuelto tan habitual, que ni siquiera se da cuenta de que ha contagiado su malestar a otros.

Ahora imagina otro lunes. María señala una parte del informe, destacando y reconociendo el esfuerzo de su colaborador. En la conversación menciona las oportunidades para optimizar el documento y resalta el buen trabajo que viene haciendo. Su colaborador le agradece el feedback y se siente apreciado. Cuando su compañera le cuenta sus dificultades con un proyecto, María le ofrece ayuda. A lo largo del día, su actitud positiva crea un ambiente más motivador y colaborativo. Aunque ha enfrentado desafíos complejos, María se va a casa sintiéndose plena y satisfecha.

¿Qué fue lo que realmente cambió?

La madurez y el nivel de conciencia con el que María afronta su cotidianidad. Ese intangible tan poderoso que puede transformar no solo nuestro día, sino también nuestro entorno y nuestro liderazgo personal.

Las dos escalas de actitud: Un viaje hacia la luz o hacia la sombra

El nivel de conciencia se refleja en cada elección que hacemos en el día a día. Y esa elección determina el impacto que dejamos en los demás y en nosotros mismos.

A lo largo de mi vida, especialmente cuando aprendí meditación con los Ishayas, comprendí cómo ciertas actitudes nos pueden arrastrar a un ciclo de negatividad o impulsarnos hacia un círculo virtuoso de crecimiento y conexión. A continuación, te presento dos escalas de madurez que, aunque opuestas, ilustran procesos en los que podemos vernos reflejados día a día.

La primera escala nos conduce hacia la desconexión y el malestar. La segunda, hacia el autoliderazgo y el bienestar.

Escala 1: De la crítica al odio

Esta escalada comienza con algo aparentemente pequeño y manejable, pero, si no se detiene, puede desencadenar resultados devastadores. Veamos el proceso:

Crítica: Todo empieza con una observación negativa, generalmente sin tacto ni intención constructiva. Puede ser hacia uno mismo o hacia otros. Ejemplo: “Esto está mal hecho” o “Nunca aprendo nada nuevo”.

Queja: La crítica constante se convierte en queja. Aquí, nos instalamos en el problema sin buscar soluciones. La queja puede ser interna o externa, pero su efecto es siempre el mismo: agotamiento emocional. Ejemplo: “Siempre pasa lo mismo, nada mejora”.

Rechazo: La queja prolongada deriva en una actitud de rechazo hacia las personas, las situaciones o uno mismo. Ya no se trata solo de lo que está mal, sino de una aversión generalizada. Ejemplo: “No soporto este trabajo” o “No valgo para esto”.

Crueldad/Odio: Si esta espiral continúa, desemboca en una actitud de resentimiento, crueldad o incluso odio. Aquí, ya no hay margen para el diálogo ni el entendimiento. Ejemplo: “Odio a este equipo” o “Soy un fracaso total”.

Impacto: Esta escala crea ambientes tóxicos y bloquea el autoliderazgo. Alimenta el miedo, el aislamiento y el estancamiento. La persona se convierte en su peor enemigo y afecta a quienes la rodean.

Escala 2: Del reconocimiento al amor

En contraste, esta escalada fomenta la conexión, el crecimiento y el bienestar. Es un proceso que, aunque requiere práctica y conciencia, puede transformar nuestra vida.

Aprecio/Reconocimiento: Todo comienza con notar y valorar lo positivo, tanto en uno mismo como en los demás. Ejemplo: “Hiciste un gran trabajo en esto” o “Me siento bien con lo logrado”.

Agradecimiento: Reconocer lo positivo lleva al agradecimiento. Practicar la gratitud genera una mentalidad de abundancia y nos ayuda a enfocarnos en lo que sí funciona. Ejemplo: “Gracias por tu ayuda” o “Agradezco tener esta oportunidad”.

Compromiso/Retribución: La gratitud nos permite aceptar las circunstancias y comprometernos con el cambio. Integrar lo aprendido nos motiva a retribuir positivamente. Ejemplo: “Acepto los desafíos y me comprometo a mejorar” o “Voy a devolver esta ayuda”.

Empatía/Compasión/Amor: El proceso culmina con una actitud empática y compasiva, tanto hacia uno mismo como hacia los demás. El amor es el resultado más elevado de este camino. Ejemplo: “Entiendo por qué te sientes así, estoy aquí para apoyarte” o “Me doy permiso para cuidarme y crecer”.

Impacto: Esta escalada fortalece el autoliderazgo y fomenta ambientes de seguridad psicológica. Genera confianza, cooperación y bienestar tanto personal como colectivo.

Una lección de los Ishayas

Cuando comencé a practicar la meditación con los Ishayas, una de las primeras lecciones fue observar mis pensamientos y actitudes sin juicio. Me enseñaron que cada crítica interna podía ser transformada en una oportunidad de apreciación. Esta enseñanza simple pero poderosa se convirtió en una guía diaria: detener el ciclo de crítica y elegir conscientemente el camino del reconocimiento y la gratitud.

Recomendaciones prácticas para aplicar estas escalas

Lleva un diario de apreciación: Al final del día, escribe tres cosas por las que te sientas agradecido o que reconozcas en ti mismo y en los demás.

Haz una pausa consciente: Cuando notes una crítica o una queja, respira profundamente y pregúntate: “¿Qué puedo reconocer o agradecer en esta situación?”.

Practica el “feedback positivo”: Antes de dar una observación crítica, menciona dos aspectos positivos. Esto fomenta un ambiente de aprendizaje y no de rechazo.

Inicia reuniones con gratitud: Al comenzar una reunión de trabajo o familiar, dedica un momento a agradecer los logros o esfuerzos recientes. Esto crea una atmósfera colaborativa.

Visualiza la escalera de actitudes: Imagina ambas escalas como dos caminos y pregúntate cada día: “¿Qué camino estoy eligiendo hoy?”.

Preguntas para la reflexión

¿Cuál de estas dos escalas es más frecuente en tu día a día?

¿Cómo impactan tus actitudes en tu bienestar y en el de los demás?

¿Qué ritual diario podrías incorporar para reforzar el camino del aprecio y la gratitud?

¿Qué sería diferente en tu vida si eligieras conscientemente la Escala 2?

Recuerda: tu actitud no solo influye en cómo te lideras a ti mismo, sino también en la energía que contagias al mundo. ¿Qué energía eliges hoy?

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