Muchas personas confunden el concepto de liderazgo negativo con el de un mal liderazgo. Por este motivo quisiera compartir una adaptación de uno de los capítulos del libro GPS Empresarial que escribí junto a mi amiga y colega Gabriela Undreiner, en donde definimos este concepto.
Idea central:
Un líder negativo es una persona con alta influencia social que emerge de forma espontánea dentro del equipo de trabajo y capitaliza las necesidades de sus compañeros a favor de su causa egoísta. El liderazgo negativo surge cuando el líder formal deja vacíos de poder y el contexto favorece la conflictividad. Estas circunstancias benefician la aparición de líderes informales que, con su alto nivel de influencia, emergen como un “salvador” y usan su control social para manipular a sus seguidores con el fin de alcanzar sus intereses personales.
El grado de tensión entre el liderazgo formal y el liderazgo informal dentro de un equipo es uno de los indicadores de su nivel de madurez. En los equipos maduros cuyas relaciones están basadas en la confianza y el respeto, donde prevalece el talento y las diferencias individuales se integran en una visión compartida, no hay divorcio entre ambas instancias. En los equipos inmaduros cuyas relaciones están basadas en la desconfianza y en el sálvese quien pueda, donde la autoridad es vertical y se compite por alcanzar objetivos egoístas, se aprecia una brecha entre los dos tipos de liderazgo. El liderazgo formal referido al nivel de influencia de la persona designada dentro de la jerarquía institucional, versus el liderazgo informal que surge de manera espontánea en el trato entre compañeros.
Las crisis hacen tambalear las estructuras y obligan a redefinir las relaciones entre las personas dentro de los grupos de trabajo. Para reconfigurar la dinámica de una empresa en función de las demandas críticas, se necesita balancear los poderes y construir una visión compartida a favor de la misión de la organización. Las redes informales deben ser reconocidas y valoradas, ya que su funcionamiento, clandestino, puede producir la transferencia espontánea de la autoridad formal legítima hacia un trabajador con intereses egoistas que cuente con alto nivel de influencia, creando las condiciones para la aparición del liderazgo negativo.
El liderazgo negativo aparece cuando un líder informal, con alta influencia social entre sus compañeros, usa su poder para manipular a sus seguidores, afirmando su lucha individual en causas colectivas. Por lo general, sus seguidores no perciben con la claridad necesaria el hecho de que la persona en cuestión actúa en su propio beneficio y no en función de esa causa colectiva.
Estamos en presencia de un líder negativo cuando: La conducta de un miembro del equipo fomenta y logra influenciar con éxito, la rebelión indiscriminada, la discordia dentro del equipo y la improductividad en el trabajo.
La aparición del liderazgo negativo es un signo de alarma y una bandera roja que nos indica que una crisis no ha sido solventada de fondo o que su solución parcial no integra las distintas visiones válidas dentro del equipo. El líder negativo aprovecha este vacío, se rodea de gente necesitada y prefiere tener el poder y el control que lograr resultados tangibles en la consecución de metas específicas. Se esfuerza en anular el criterio de quienes le rodean, les hace perder la conciencia del bien y del mal, premia la falta de escrúpulos. Se hace obedecer por miedo o por la obligación creada al compartir los beneficios de la corrupción. Establece compromisos limitados, abandona la causa cuando deja de convenirle, no está interesado en el desarrollo de sus seguidores.
Cuando una crisis se cronifica y desemboca en el deterioro de los valores consensuados, el líder negativo toma el dominio del equipo. En estos casos el enfoque tradicional de desarrollo de talento o resolución de conflictos se vuelven insuficientes. Es necesario descifrar los mecanismos de neutralización del oposicionismo e intervenir para combatir su influencia social y redireccionar la resolución del conflicto buscando ampliar la conciencia de todo el equipo en pro del bien común.
Cuando un equipo presenta un daño sustancial que ha sido incorporado como algo natural y aceptado con resignación, es casi imposible construir una visión compartida.
La experiencia nos ha mostrado que es inútil tratar de alinear a los líderes negativos a través de programas de motivación o incentivo. Llega un momento en que su comportamiento es inmodificable. Los esfuerzos deben orientarse hacia la imposición de límites y el control de daños sobre su grupo de influencia. En caso de ser posible, el esfuerzo debe concentrarse en calificar su expediente para sustentar un despido justificado.
3 pasos para solucionar el problema del liderazgo negativo:
Paso 1: Conocer a fondo lo que en realidad ocurre en las interacciones cotidianas de la empresa. Es importante comprender la dinámica de poder que opera dentro de la organización.
Paso 2: Hacer conscientes las dinámicas de poder operantes y comunicarlas a los líderes formales, ayudando a que se activen mecanismos de autocorrección.
Paso 3: Diseñar y aplicar acciones estratégicas para que el cambio suceda hacia la dirección deseada.
Por lo general los líderes formales comienzan por el paso 3, diseñando y aplicando correctivos sin haber comprendido antes la naturaleza del problema, por esta razón las soluciones fallan la mayoría de las veces. Es indispensable aplicar los tres pasos en ese orden para lograr con éxito resolver el problema del liderazgo negativo. En tu empresa ¿Saben los líderes manejar las crisis evitando que aparezcan los líderes negativos? ¿Saben los líderes formales identificar y neutralizar la influencia de un líder negativo? ¿Están preparados los líderes para fidelizar al personal a favor de los valores de la empresa?